Los dueños de esta vivienda la encontraron diáfana, nos preguntaron si podría hacer de sus cuatro muros la casa de sus sueños. Les dijimos que sí, y… chas! Compraron un cascaron, nos dejaron las llaves, y aparecimos a su lado con proyecto, llaves y un hogar listo para la cena, con su vino favorito en su bodega, que tampoco hace falta una finca en el Penedés para disfrutar de los pequeños manjares.
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